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«Bendita tú eres entre todas las mujeres», fueron las palabras con que Santa Isabel recibió gozosa la visita de María Santísima. Ella, al enterarse por boca del Ángel, que su Prima también sería madre, no dudó en recorrer 120 kilómetros para ir a felicitarla.

Dichoso encuentro, en el que María, inspirada por el Espíritu Santo, prorrumpe en un cántico de humildad y reconocimiento.

Este es el «Magníficat», con el cual te invitamos a celebrar este 31 de mayo la fiesta de la Visitación, uniéndonos así a esta acción de gracias que María misma elevó a los Cielos.

Proclama mi alma

la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios,

mi salvador;

porque ha mirado la humillación

de su esclava.

Desde ahora me felicitarán

todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho

obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

–como lo había prometido a nuestros padres–

en favor de Abrahán

y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

Amén.